miércoles, 22 de octubre de 2014
Nace Hipérbola Janus
martes, 22 de enero de 2013
Guido De Giorgio y el Tradicionalismo desconocido
lunes, 22 de agosto de 2011
Stalker y la crisis espiritual del mundo moderno
Desde hace algunos años soy muy aficionado al cine, pero no a cualquier tipo de cine convencional, y muchísimo menos a las grandes producciones hollywoodienses con sus mensajes prefabricados y mensajes propagandísticos. Disfruto mucho más con el cine europeo de autor, o bien con películas que no tienen la mera intención de entretenerme un rato contándome una historia típica basada en tópicos e ideas que hemos visto mil veces en películas similares. El cine y la Tv deberían tener unos fines más allá de convertir al espectador en un mero sujeto pasivo que no interviene para nada, donde todo aparece previamente digerido para que éste no tenga que preocuparse de nada. Por eso el cine debe remover conciencias, remover el espíritu crítico o despertar nuevas afinidades intelectuales. En ese sentido hay una película que me parece sublime, que he visto al menos 6 veces y cuya historia no es en absoluto comercial, ni mucho menos recomendable a aquellos que quieran pasar el rato sin más; me refiero a la película de Andrei Tarkovsky “Stalker”, del año 1979 y que para mi tiene una significación muy profunda.
La película se desarrolla en un contexto totalmente atemporal. En las primeras escenas aparece un río junto a grandes complejos industriales, y siempre lo hacen en blanco y negro con ligeras tonalidades de color sepia. Da la imagen de oscuridad, tristeza y desesperanza de un mundo vacío donde los antivalores del hombre-máquina han triunfado, y con ellos toda la realidad se encuentra abatida en la desesperanza. En ese contexto aparece la figura del “Stalker”, quien se presenta como un guía de la llamada “Zona”, un lugar donde los sueños y esperanzas de cualquiera pueden llegar a cumplirse. Su trabajo es muy peligroso, a la par que desinteresado pues la llamada “Zona” es un lugar custodiado por el ejército donde nadie puede entrar. Para traspasar la frontera entre ambos mundos es preciso jugarse la vida. Aparecen dos personajes en escena que, junto al Stalker, son los protagonistas de la película que vienen a representar dos polos simbólicos de la existencia: por un lado el científico, escéptico en materia de espiritualidad, y atraído por la curiosidad y el interés particular hacia la llamada “Zona”. Por otro lado tenemos al escritor, quien representa un cúmulo de vicios propios de la decadente vida burguesa, y que busca nuevas fuentes de inspiración en esta especie de viaje iniciático. Al margen de éstos, el Stalker ejerce su función de guía de forma absolutamente desinteresada, fiel a sus ideales, experimentando la existencia fuera de la “Zona” con desesperanza y amargura.
En el periplo de estos tres personajes por la “Zona” se reproducen infinidad de conversaciones que reflejan un universo de metáforas y simbolismos en los que se reflexiona sobre la existencia de Dios, el arte o el mismo significado de la vida. La “Zona” es un lugar mágico y perturbador donde se acumulan ruinas vencidas por el implacable avance de la naturaleza. Bellos parajes donde reposan tanques herrumbrosos entre la tupida vegetación, casas derruidas y el insistente sonido del fluir del agua nos sumergen en una atmósfera casi irreal y de gran poder visual.
El Stalker no es más que un pobre desgraciado sin un lugar en el mundo, y frente a él los hombres de ciencias y letras que se creen en posesión de la verdad absoluta amparados en los conocimientos y leyes que rigen el mundo material. La Zona es una especie de oasis o reducto espiritual en la que las leyes humanas no tienen ningún valor. Allí encontramos la auténtica pureza, sensibilidad e inocencia que parece ajena al devenir del tiempo, un lugar donde los deseos pueden cumplirse, pero para ello es necesario creer. Toda la persona que traspasa la frontera entre el mundo real, decadente y materialista, y la Zona debe hacerlo debidamente purgado de todo prejuicio y asumiendo su condición de ignorante. De ahí que la “Zona” represente una vía de ascesis e iniciación que no todos son capaces de comprender. De hecho la esperanza del Stalker, donde reside su felicidad más verdadera y profunda, es en la capacidad de transformar a aquellos que se adentran en el lugar bajo su guía. Por ello Stalker es una metáfora de la vida misma, una profunda reflexión sobre la erosión de los valores espirituales en un mundo donde sólo hay lugar para el interés particular, el hedonismo materialista y los grandes poderes económicos. Dado el origen del director, Andrei Tarkovsky, y su visión crítica hacia el régimen soviético podríamos ver también una crítica al sistema comunista y su acción represiva contra todo resquicio de espiritualidad entre la población rusa. Sin embargo Tarkovsky trasciende toda crítica particular para poner en tela de juicio la misma modernidad, de la cual, el comunismo es un indudable producto. La ciencia, la tecnología y en general todo el progreso material, sobre el que se cimentaron tanto el liberalismo como el marxismo, debían ser garantes de felicidad eterna, poniendo fin a todos los problemas y creando un auténtico paraíso en la tierra. Sin embargo esos “grandes ideales” ,de naturaleza casi teleológica, han resultado en la práctica totalmente contrarios a la teoría. De ahí que toda esa prosperidad material haya crecido sobre una auténtica ruina espiritual del hombre. Pero en esas ruinas todavía es posible edificar una nueva concepción de la vida, hay todavía un mensaje de esperanza a pesar de la decrepitud de las imágenes y las sombrías y apocalípticas conversaciones de los protagonistas. Por estas razones, y muchas más, Stalker va mucho más allá del cine convencional para culminar en una obra de arte que refleja de forma trágica y profunda la crisis espiritual que vivimos en los tiempos presentes.
viernes, 24 de junio de 2011
La festividad de San Juan
El día de San Juan constituye una fecha de gran importancia dentro del calendario tradicional, ya que más allá de las connotaciones otorgadas por el cristianismo, esta festividad, en su significado originario, se pierde en la noche de los tiempos. Antes de que se produjese la adaptación de muchos símbolos, leyendas o elementos precristianos al pujante poder de conversión de la iglesia, San Juan nos remitía a una celebración asociada a la idea cíclica del tiempo. Dentro de la observación de los fenómenos cósmicos el actual 24 de junio implica que el sol alcanza su máximo apogeo respecto a la proyección de sus rayos sobre la superficie terrestre. Teogónicamente implica el momento de máxima actividad heroica en la transmisión y sucesión de poderes verificados a través de generaciones de deidades. De modo en la mitología griega, por ejemplo, nos aparece Urano, Saturno y Júpiter y seguidamente Helios Apolo. En otros contextos precristianos nos aparece el sol como hijo directo del dios del cielo. En este contexto el sol es reflejo de lo heroico, y en numerosos pueblos a lo largo del orbe mundial aparece la idea del héroe asociados a un rango solar e identificados con el sol. Dentro de estos cultos solares no podemos olvidar la importancia de la hierofanía solar en la Roma clásica, así como en el antiguo imperio Egipcio. El sol representa en sí mismo la potencia de la fuerza masculina en contraste con la luna, de naturaleza opuesta y, por tanto, femenina. El sol encierra en sí mismo el sentido pleno de la inmortalidad sumergiéndose en las aguas con el languidecer de la tarde para volver a salir al día siguiente, sin extinguirse nunca. De modo que el Sol está asociado a esa idea de totalidad y fuente de vida en un simbolismo que remontaríamos al fenómeno megalítico y más allá. A nivel más popular el solsticio de verano es considerado, al representar un momento de transición, como un momento de purificación y promesas de buenos augurios a través de las diversas celebraciones que tienen en torno a las hogueras.
Dentro del ámbito del cristianismo la leyenda de San Juan se encuentra asociado al águila. El águila también se identifica con el sol y el principio espiritual, y de hecho su vida transcurre a pleno sol, de ahí que se considere un animal luminoso. Al identificarse con el sol, y su naturaleza cíclica, se asocia a la actividad masculina fecundante de la naturaleza materna. También es emblema del rayo, de la guerra y en definitiva de la naturaleza heroica. Con lo cual San Juan continúa manteniendo su antiguo significado a través de sus símbolos. San Juan nos aparece como predecesor de de Jesús, y siendo objeto de veneración en multitud de lugares por toda Europa, además de ser objeto de veneración en las tres grandes religiones monoteístas.
domingo, 19 de junio de 2011
Los recuerdos prenatales de Salvador Dalí : breve reflexión sobre la condición humana
Ayer me encontraba en la soledad de la noche viendo una entrevista que, a mediados de los años 70, se le hizo a Salvador Dalí. Durante el transcurso de la conversación entre entrevistador y entrevistado fueron surgiendo todo tipo de anécdotas e ideas que iban desde lo más puramente humorístico hasta la excentricidad típica del irreverente artista catalán. No obstante retuve en mi mente algo que me pareció genial, realmente brillante, y fue cuando el entrevistador le preguntó por sus recuerdos de infancia. Dalí le respondió que poseía un recuerdo prenatal, y textualmente dijo lo siguiente:
miércoles, 15 de junio de 2011
La guerra: heroísmo y trascendencia
La guerra representa ante todo un principio de superación, de enfrentarse a las más duras pruebas exponiéndote a la posibilidad de la extinción física, sometiendo a presión las barreras mentales del individuo. La guerra encierra en sí misma un principio iniciático de primer orden, una potencia espiritual que anida en el individuo, que lo transmuta y lo eleva a la vez que lo ennoblece. Son palabras que muy poco pueden significar para el hombre moderno, muy acostumbrado al pacifismo que la sociedad burguesa le ha inculcado. Aunque la guerra tenga efectos adversos como son la muerte y la destrucción también activa en el hombre una nueva forma de enfrentarse a la realidad, de abandonar la pasividad de los tiempos de paz y hacer frente a grandes problemas sin temor a ser arrastrado por el conflicto desencadenado.